Si gastás más de la cuenta porque querés “estar a la altura” y esto de compararte te está haciendo ruido, tenés que leer lo que te vamos a contar acá, porque ese hábito influye en tu bolsillo. ¿Qué es el efecto de la comparación social?
¿Alguna vez te pasó que estabas feliz de la vida con algo que compraste hasta que alguien más aparece con una versión más cara o moderna haciéndote sentir un “qué sé yo, viste”?
Si te pasó, eso que sentiste parecido a una incomodidad no es casual. El psicólogo León Festinger definió este fenómeno como una comparación social que, en concreto, es una forma natural que tenemos de evaluarnos frente a otros para entender nuestro progreso o éxito.
Lo interesante es que, aunque puede motivarnos, también puede tener consecuencias no tan positivas, sobre todo cuando afecta cómo manejamos nuestra plata.
Con tantas redes sociales y vitrinas digitales, estas comparaciones son más frecuentes que nunca. La idealización de las vidas ajenas -aunque sean filtradas y editadas- puede empujarnos a gastar en cosas que, en el fondo, no necesitamos. Esto, sumado al marketing que refuerza este deseo, genera una trampa para nuestras finanzas.
Tipos de comparación social y sus efectos en tu billetera
Preparate para encontrar las coincidencias y hacer algo con esto:
Comparación ascendente: ¿te inspira o te frena?
Esta ocurre cuando te comparás con alguien que tiene más que vos, ya sea un auto más nuevo, viaja con frecuencia, o compra ropa de marca. Aunque puede ser motivadora para fijar metas (como ahorrar para algo que realmente querés), también puede hacer que te sientas insuficiente.
Esa sensación puede llevarte a gastar en cosas que no necesitás, solo para intentar igualarte, incluso si eso implica endeudarte.
El “síndrome del vecino rico” es un buen ejemplo. Querías renovar tu living, pero terminás financiando muebles más caros de lo que habías planeado porque otras personas cercanas a vos reformaron toda su casa.